La inflación reduce el peso de los créditos respecto al nivel de ventas: pasa del 22,4% al 16% en tres años.
La
restricción crediticia y el empeoramiento de las condiciones de la financiación
se agravará en el cuarto trimestre de 2022, según Cepyme.
La deuda de las empresas aumenta en casi 60.000 millones de euros desde 2019.
A la fatiga económica general se suman más problemas para las pequeñas
y medianas empresas en esta recta final del año. La triple subida de tipos de
interés que ha llevado a cabo el Banco Central Europeo ya está haciendo mella
en la capacidad de financiación de los negocios y, sumando al
paulatino repliegue de la demanda y el aumento de los costes de producción y
suministros, amenazan con agujerear el balance cientos de miles de pymes.
Los primeros efectos de esta coyuntura ya se notan sobre todo en la
capacidad de financiación de las empresas de hasta 250 trabajadores.
Concretamente, en el tercer trimestre del año, aún con los aumentos
significativos de la actividad económica y comercial, las nuevas captaciones de financiación
de las pymes se situaron por debajo de los niveles de 2019, previo a la
pandemia.
Según un estudio publicado por la patronal de la pequeña y mediana
empresa, Cepyme, las pequeñas compañías captan actualmente un 3%
menos de dinero en créditos en comparación con los ejercicios previos a la
pandemia, entre 2017 y 2019, y el préstamo medio se sitúa en 33.600 euros,
frente a los más de 34.600 euros previos. Y las empresas medianas siguen una
tónica parecida, registrando un 4% menos de nuevo crédito que en el periodo
señalado.
De este modo, en el tercer trimestre de 2022, las compañías solo
lograron obtener crédito por el 16% de sus ventas, mientras que antes de la
crisis se captaba de financiación una media del 22,4% de sus ventas. “La inflación provoca
que la misma cantidad de euros concedida sirva para financiar una proporción
más baja de ventas y esto afecta a la necesidad de liquidez en las empresas”,
advierten los empresarios.
Empeoramiento
inminente
Lejos de mejorar, Cepyme alerta de que la contracción del crédito
proseguirá en la recta final del año, acuciándose si el BCE continúa
con su política contractiva y si la actividad económica sigue desacelerándose.
El endurecimiento de la política monetaria marcada por el BCE, una menor
tolerancia al riesgo por parte de las entidades financieras y el deterioro de
los balances de muchas empresas y, por tanto, de sus garantías, son las
principales causas de la restricción crediticia hacia las pymes.
«A esto se suma la gran incertidumbre en la economía y la ralentización
de la actividad prevista para el último trimestre del año y el arranque de
2023, que dificultarán también la concesión de crédito», advierte la patronal.
El tipo de interés de los préstamos a menos de un año,
entre 250.000 euros y un millón de euros a empresas no financieras, que fue del
1,35% en el primer semestre del año, pasó al 1,61% en julio, al 1,79% en agosto
y al 2,23% en septiembre. Para los préstamos de importe similar, pero a un
plazo de entre 1 y 5 años, el tipo de interés es lógicamente mayor: una media
de 1,61% en el primer semestre del año, que pasó al 2,31% en julio, al 2,22% en
agosto y al 2,87% en septiembre.
Con esto, el volumen total de crédito bancario a
empresas se sitúa en los 567.200 millones de euros. En un contexto de alta
inflación, en el que el nivel de actividad está marcado por el estrechamiento
de márgenes, la caída de la rentabilidad empresarial y la
ralentización económica, la lenta evolución del crédito responde a que la
empresa está sufriendo una restricción crediticia.
«La restricción del crédito agravará la situación de muchas empresas
con graves problemas de liquidez debido a la actual coyuntura inflacionista y a
las secuelas que todavía arrastran de la pandemia», advierte la patronal,
señalando que en el segundo trimestre de 2022 las empresas españolas
sumaban 58.106 millones de euros más en deuda neta,
en comparación con finales de 2019.
Paralización
de inversiones
Además, el menor acceso al crédito tiene graves consecuencias para
el tejido productivo español. Por un lado, refleja y también supone una
paralización de la inversión directa de muchas compañías,
dependiente en muchos casos de financiación, pero también supone un freno
al consumo y, por tanto, al normal desarrollo de la actividad empresarial.
Una situación que irá a más en el futuro, no solo porque el BCE ha dejado la
puerta abierta a nuevas subidas de tipos, sino porque los efectos de los
cambios de la política monetaria en la economía real no son inmediatos y toman
fuerza con el paso de los trimestres.
Cabe recordar en este contexto que las compañías están sufriendo una reducción de márgenes que lastra su liquidez. La fuerte subida de los precios de la energía, las presiones de demanda en algunos sectores y los cuellos de botella en la oferta se están traduciendo en un aumento de costes para la empresa. Las pymes registraron un incremento de costes globales de más de un 24%, impulsado por el crecimiento de los costes energéticos (110%), de los insumos o suministros (51%) y de los laborales (6%), en el segundo trimestre. Al mismo tiempo, las ventas de las empresas frenan su crecimiento, lo que supone un estrechamiento de márgenes.
FUENTE: ABC